Mis notas...
jueves, enero 08, 2015
domingo, enero 12, 2014
Venezuela duele
Estoy dolida. Me
duele Venezuela. Me duele mi gente. Y cuando digo “mi gente” no lo digo en
forma de cliché, me refiero a todos. Desde el que roba “decentemente” en un puesto de poder, pasando
por el que aprovecha a hacer sus
chanchullitos cada vez que se le presenta la oportunidad, hasta el
malandro y su muerto.
Y no hablo en
primera persona por querer exaltarme, sino porque me atrevo a pensar que muchos
venezolanos sentimos lo mismo.
Estamos
cansados. Estamos desesperados. Estamos tristes. Me cansé de la falsa
democracia en nombre de una revolución que sólo existe por su nombre. Me cansé
de tanta hipocresía, me cansé de tanta ironía. Me cansé de tanto odio. “El odio que el Gobierno ha
sembrado durante años” , una frase
convertida para el chavismo en un cliché y en motivo para subestimar,
¿no?. Pero si, yo si creo que a pesar de que la educación viene del hogar, el Gobierno
es el principal responsable de la polarización y división que reina entre
nosotros. Pero lo que me duele profundamente, es que el chavismo, subestime
esto y se aboque a excusarse con el pasado.
Estamos cansados
de ese odio hacia el que se puede darse un gusto gracias al esfuerzo de su trabajo, al que puede pagar una universidad
privada, al que puede hacer un viaje al exterior; producto de un discurso
irresponsable desde los que manejan el País, cuyo motor es el odio, la cizaña,
que junto a un carisma nato de un líder fue calando en lo más profundo de muchos.
Hemos llegado a
tal punto, que algunos son capaces de decir que los muertos de los barrios “son”
o “sólo les duelen” al chavismo y los muertos adinerados son de los
sisfrinitos. Que atrocidad… Como si fuéramos dos comunidades aisladas… A ti, hermano
chavista, te digo que a los opositores nos duelen los muertos por el simple
hecho de que cada ser humano debería tener garantizadas las condiciones mínimas
para tener una vida digna, porque cada muerto a manos de la violencia es un
venezolano menos que pudo haber hecho de este un país mejor.
Hace poco leí
que el fanatismo que reina en el país no cambiará porque uno siempre le va a su
equipo pase lo que pase y digan lo que digan. Yo prefiero apostar a que la
realidad prevalece sobre la pasión. Aquella no miente.
Esa realidad
cuando en medio de la desesperación vas a un hospital y te encuentras con que se
está cayendo, con que no hay estetoscopios (me pasó), ya se ha vuelto común
recorrer Caracas a ver en donde te pueden atender. Y al final, si te logran
atender, te das cuenta de que en Venezuela, no hay salud pública, porque el
paciente termina pagando todos los utensilios médicos. Hasta unas vendas, unas
simples y básicas vendas.
Y si nos ponemos
a enumerar los problemas no terminamos nunca…
Es difícil, pero
tengo la fe de que venceremos el miedo. Porque muchos más allá de los millones
de votos que siempre ha sacado el Gobierno (obviando el abuso del poder y toda
la malversación de fondos para sus campañas) sé que no pocos están
decepcionados. Muchos los saben y lo viven. El maltrato al que son sometidos
por querer construir esa cascara vacía y podrida llamada PSUV o por querer
organizarse por fuera de él.
Lo que siempre
me he preguntado es, que si un partido quiere ser revolucionario, ¿no debería impulsar
el dialogo, la organización? Digo, si las teorías sobre el socialismo coinciden
en que el Partido es el instrumento principal de una revolución, para la
organización de las masas.
Pues no, resulta
que el PSUV hace todo lo contrario, persigue y sataniza. Una burda estructura
que lo único que ha hecho eficientemente es enseñar a idolatrar. Un partido que
en vez de trabajar para solucionar, y ganar votos, se convierte en una burda máquina electoral.
Un partido que cree en el poder popular, pero sus candidatos a elecciones son
conocidos, pero no precisamente por su trayectoria política. Un partido, que
cree en el Pode popular, pero sus candidatos son impuestos a dedos. Y una masa
que lleva la gorra con sus iníciales, pero en realidad, está cansada de esto,
porque el chavismo también está cansado de la ineptitud de sus alcaldes, pero
tiene miedo de apostarle a algo diferente, precisamente porque es más fácil
seguir al lado de una pasión. Y vaya que lo es.
¿Por qué crees
que el gobierno le hace caso omiso a la petición que el chavismo le hace a
gritos: “Revolución dentro de la revolución”? ¿Por qué no le dan oportunidad a las bases y en vez de eso, reciclan a los Ministros y
demás cargos de poder? ¡¡¡ ¿POR QUÉ NOS ESCUCHAN A SUS SEGUIDORES?!!! ¿En verdad, crees que les interesa que el
pueblo tenga el poder? Un gobierno que
dice apostar al control obrero, pero es tan inepto que expropia una empresa y
la vuelve improductiva.
Paralelo a eso,
vemos una descomposición moral increíble, la falta de ética, la falta de
educación (que por supuesto, tampoco se aleja de ser consecuencia del discurso
y acciones del Gobierno). Es curioso, que escuchas a muchísima gente decir lo
típico: “Por eso estamos como estamos”, “Hasta
que no cambiemos nuestra forma de pensar
no saldremos de esta”. Pues si todos aplicáramos eso, en realidad no
estuviéramos como estamos. Por favor,
revisémonos, cada uno, desde un lado hasta el otro, ¿Qué estamos haciendo para
contribuir al desarrollo del país? ¿Estamos trabajando eficientemente? ¿Estamos
trabajando honestamente? ¿Le ponemos corazón a la carrera que estudiamos? ¿Somos
responsables en todos los ámbitos de nuestras vidas? ¿Analizamos constantemente
nuestra posición política?
¿Qué estamos
haciendo para transformar la realidad? Y esta pregunta va dirigida a ambos
sectores, porque creo que al final de
tanta habladera, y de tanto discurso, lo que queremos todos, al menos en un
principio, es lo mismo: educación pública y de calidad, un sistema de salud
eficiente a nivel nacional, empleos dignos, salarios dignos, una verdadera
seguridad alimentaria, que tengamos la dicha de consumir productos hechos en
Venezuela, un país sin corrupción…
Estamos cansados
de tanta polarización, pero ¿Estamos
siendo tolerantes? ¿Estamos dialogando?
Así como al chavismo le digo que no se puede atacar la exclusión siendo excluyente, a muchos opositores les digo que no se puede atacar el odio con odio.
¿Estamos
escuchando al que piensa distinto? El que cree en la socialdemocracia o en el
capitalismo, vale tanto como el que cree dogmáticamente en el comunismo, es tan
importante para el desarrollo del país como tú, y ¿sabes que? También es
mentira que con la derecha no se dialoga, porque aunque suene cliché y el chavismo
lo subestime, la realidad es que cada uno de nosotros, es fundamental para el
progreso de nuestro país.
Hace poco leí
que los opositores somos estafados por la Derecha. Analicé y analicé y creo que
si estoy de acuerdo en parte, con la gran diferencia de que los grandes
estafadores son los que están en el Poder. Yo me siento estafada por la Revolución
Bolivariana. Nos engañaron. Pero cada
vez somos más los que nos damos cuenta. Tengo la fe de que seguirá siendo así.
Tengo la fe de que perderemos el miedo y lucharemos por lo que nos corresponde.
lunes, agosto 26, 2013
Para Gustavo Ott, de una venezolana de Gennys Pérez
Esto es una pequeña muestra de lo
que pasa en Venezuela. La exclusión, la imposición, y la censura también
lideran la cultura promovida por el Gobierno. Y algunos pretenden olvidar su
historia, sus luchas y prefieren venderse. El arte no se puede imponer, no se
puede pretender adoctrinar a través de él, eso si es una burla para cualquier
persona, que lo más grande que puede tener es el poder de pensar, pensar por sí
mismo y elegir. El arte está incompleto si se pretende ignorar ideas y
opiniones. Es como una mesa con 3 patas.... Tremenda carta escrita por la
dramaturga Gennys Pérez dirigida a su colega Gustavo Ott
Gennys Pérez
Para Gustavo Ott, de una venezolana.
¿Están vinculados el teatro y la política?
¿Podrá el teatro caminar libremente sin sentirse perseguido políticamente?
¿Esto que se llama democratización de las instituciones culturales, qué
significa? ¿Significa que dentro de cada institución tendremos que admitir un
“supervisor-asesor” del Ministerio de la Cultura que husmee nuestros proyectos
artísticos? ¿Nuestro arte tendrá que ideologizarse? ¿Qué significa la sentencia
de esta semana del Ministro, “la fuerza de la ideología”? ¿Ideología,
ideología, más ideología?. “Es la superestructura para ir cambiando las
costumbres”, dijo nuestro Presidente… Me pregunto: ¿Qué costumbres tan
desesperadamente quieren cambiar? En este orden de ideas: ¿Qué teatro podremos
ver? ¿Qué teatro escribiremos? ¿Qué teatro podremos aplaudir? ¿Qué teatro
podremos publicar? ¿Un teatro cercano a nuestras interrogantes actuales como
ciudadanos? ¿O un teatro que no meta el dedo en la llaga a los temas que están
en el tapete de nuestra sociedad? ¿Un teatro ideologizado? ¿Un teatro banal?
¿Un teatro que no toque temas políticos? ¿Qué no denuncie la corrupción? ¿Un
teatro que no de cifras de asesinatos? ¿Un teatro que no sea social ni
político? ¿Cuáles dramaturgos y dramaturgas aparecerán y cuáles
desaparecerán? ¿Tendremos también a unos Fiscales citándonos para declarar
sobre nuestras obras, como le pasó al cineasta espontáneo Jackson
Gutiérrez con su ópera prima “azotes de barrio”?, celebrado por
la prensa como nuestro Quentin Tarantino de los barrios de Petare. Todo esto me
lo pregunto, frente a la nueva reforma que se le quiere hacer a nuestra
Constitución. Y justo cuando estoy pensando en todas estas interrogantes me
llega la invitación del TEATRO DE SAN MARTIN DE CARACAS, sobre una muestra
de teatro venezolano que se titula ESCRITO AQUÍ. Una invitación, para
asistir a ver una muestra de teatro venezolano escrito por jóvenes dramaturgos
que nadie muestra, “estrenos absolutos de obras del teatro Venezolano actual” y
que según Ott, define como “… una “impronta” de nuevos autores,
algunos jóvenes y otros no tanto, pero todos de gran calidad, que serían
un lujo para cualquier otro movimiento teatral del continente. Pero aquí son
dejados a un lado, como es nuestra tradición.” Muestra, que desde ya,
aplaudo de pie y celebro con entusiasmo, deseándoles éxito a estos dramaturgos
que he leído y que algunos conozco y aprecio por su calidad literaria. Sin
embargo, la nota amarga de este artículo es la pregunta: ¿Por qué
“Yo soy Carlos Marx” no está invitada para esta muestra?. “Yo soy Carlos
Marx”, una pieza social, política que mete el dedo en la llaga de nuestra
sociedad, que ya no es una llaga, sino una úlcera. Una obra que ganó el Premio
de Dramaturgia Innovadora 2006 (que por cierto pasó por debajo de la mesa,
sin libro publicado, ni acto, ni celebración, porque al Ministro Sesto casi le
dio un infarto cuando se enteró que la autora es esta servidora, Gennys
Pérez) y que gracias a la honorabilidad del jurado, el premio terminó
haciéndose oficial, sino otro sería el cuento de este certamen. “Yo soy
Carlos Marx”, una obra que tiene ocho meses esperando ser publicada, que
es parte del premio, pero que sospecho no se publicará, sospecha lógica que
tengo con todo derecho, porque en un país donde semanalmente la editorial El
Perro y la Rana publica cinco libros semanales (según el propio Ministro),
ésta pieza no sale del horno. ¿Por qué?. ¿Será por su carácter político? ¿Será
porque al Ministro de la Cultura no le gusta la obra?. Pero, lo que más me
duele no es que al Ministro no le de la gana de publicar mi obra, y que por
supuesto el Ministerio de la Cultura nunca vaya a patrocinar la puesta en
escena de “Yo soy Carlos Marx”, eso es obvio. No les interesa. No les
puede interesar. Lo que me duele, es esta indiferencia de mi colega Ott, al
no incluir una obra de este calibre en su muestra de teatro venezolano, ¿será
que mi obra no es venezolana? Y mi reclamo, si lo podemos llamar así, no
es que no se haya incluido a Gennys Pérez, tampoco se incluye las
obras de Ana Teresa Sosa, obras como: “Con los demonios adentro”,
“Violento”, “Maldita de todos”, por cierto, todas con premios nacionales e
internacionales… O por qué, no veo incluida a Laly Armengol, que tiene
obras emblemáticas como“Ellas hablan solas”, “Ojos sembrados”, “Puntos
suspensivos…”, una dramaturga de alto calibre que tiene décadas luchando
en Maracay para que su dramaturgia sea reconocida y que tiene muy
pocas oportunidades de confrontar su escritura aquí en la capital… ¿Por qué no
está Mariozzi Carmona?, también de Maracay, dramaturga que ha tocado
temas transgresores de nuestra sexualidad. ¿Por qué no está Indira Páez y
sus “Crónicas Desquiciadas”?, ¿Javier Moreno? Extraordinario autor al
que conocemos muy poco, pero de una dramaturgia muy sólida… En fin, me
pregunto los lineamientos que sugirieron esta muestra y por qué tantas
ausencias importantes desde el punto de vista de las obras escritas. Y no es un
ataque de ego, de vanidad, un arrebato de ira, o de resentimiento, mi reclamo…
No creo ser tan básica, aunque confieso, que hasta a mí, me molesta el tono
melodramático y resentido que pueda tener este escrito, pero ¿qué le vamos
hacer cuando el tintero exige reventar?, pues considero injusto para la
historia actual de la dramaturgia venezolana, estas ausencias. Y es ahí donde
cabe la pregunta que me revolotea en el cerebro: ¿No había cabida
para “Yo soy Carlos Marx”?, y no porque la haya escrito yo, que es lo
menos importante, ya que en el fondo lo que importa es que el espectador se
encuentre con las obras, las haya escrito quien las haya escrito, incluso
“un intelectual de la derecha”, “intelectual del imperialismo”, “intelectual
del CIA”, como nombra el Ministro a todo artista que se atreve a criticar
su gestión. Si es dramaturgia Venezolana, es escrita por venezolanos, y
venezolanas, independientemente cual sea su convicción política. Es
precisamente este malestar, que me lleva a los recuerdos… Recuerdo con mucho
cariño, los finales de los ochenta, cuando yo era una incipiente actriz de
teatro, y a las afueras del Teatro Teresa Carreño, ya andábamos tú, Gustavo,
Elio Palencia, Romano Rodríguez y René Chamorro, que eran unos incipientes
dramaturgos, recuerdo que un grupo de jóvenes ensayábamos a pleno sol a las
afueras del Teatro, donde también estaba Indira Páez, que en esos momentos
también era actriz, me asaltan las imágenes de aquellas primeras obras de
teatro, por cierto, también para hacer una muestra de jóvenes dramaturgos
venezolanos. ¿Lo recuerdas Ott?…Recuerdo el inclemente sol, el pan con
mantequilla y la botella de pepsi-cola, los ensayos hasta la madrugada… Aquel
edificio abandonado que se tomó como escenario, donde hoy día funciona el Laboratorio
Teatral Ana JuliaRojas. Recuerdo con mucha intensidad mi largo caminar
después de ensayar la obra de Chamorro, yo, como muchos otros, caminaba
orgullosa porque era parte de esa muestra de nuevos dramaturgos, caminaba
hasta una pensión en la Candelaria donde sólo me esperaba una pequeña
cama, una lamparita y una cafetera, pero donde era inmensamente feliz, feliz
porque hacía lo que tanto amaba y lo hacía con los que serían los grandes
dramaturgos de mi país. No me equivoqué en mi felicidad. Ahí están tus obras y
las de Elio Palencia, obras que me llenan de orgullo cuando las disfruto
viéndolas en el escenario. Lo recuerdo tanto, como si apenas hubiera pasado una
semana, y no estos quince años que hemos sobrevivido al teatro. Eran tiempos en
que hablábamos más de teatro y menos de política. Como dice Barrera
Tyszka: “la historia política nos ha invadido, quiere meterse detrás de
las vocales, danzar debajo de las sábanas, sacudir tu timidez, rascar tus
deseos, asomarse a todo, saberlo todo”… ¿Será por eso que no se incluye “Yo
soy Carlos Marx” ? ¿Será por eso que en el Ministerio de la Cultura no me
quisieron dar presupuesto para llevarla a escena? ¿Será por eso que no se
termina de publicar?. No sé en qué momento, se pierden los recuerdos. Pero,
hoy… Precisamente hoy, cuando me llega la invitación del Teatro que tú diriges,
y que nombras con palabras tan certeras y hermosas como un Ciclo de teatro
venezolano que “aparece de una necesidad “que proviene de la vergüenza”,
me pregunto: ¿No te da vergüenza no haber incluido la pieza teatral “Yo
soy Carlos Marx”?, ¿o“El Secreto de la Felicidad ”, Premio Monte Ávila
Editores, y también Premio Nacional del Libro?. Quizá lo que yo escribo no
es venezolano. Perdona mi dureza, y que esta reflexión suene a un bolero
gastado, pero presiento que precisamente, lo que nos quieren quitar, es la
capacidad de recordar quiénes somos, de dónde venimos, y no importa si el
recuerdo nos lleva a los cuarenta años, a la Cuarta República ,
porque esos cuarenta años, que esta gestión tanto odia y desprecia, esos
cuarenta años nos pertenecen, porque de ahí venimos nosotros… Me excuso
nuevamente por mis reflexiones públicas, pero no puedo quedarme en silencio,
cuando dentro de mí, late como un huracán ese amargo sabor de constatar que
somos nosotros mismos, los teatreros quienes nos excluimos unos a otros, y que
con nuestras pequeñas mezquindades, nuestros pequeños olvidos, les damos
razones al Estado Venezolano para que nos castigue con su látigo de la
indolencia, así se siguen haciendo Festivales, publicaciones, antologías,
muestras de toda índole, donde muchos, siempre estamos excluidos, porque en la
cultura, como en los bares venezolanos, se reserva el “derecho de admisión”; y
este “derecho de admisión”, es lo que le ha hecho mucho daño al desarrollo del
teatro venezolano, pues seguimos funcionando como pequeños ghettos, pequeñas
aldeas primitivas que cuidan sus particulares hogueras… Ese ha sido nuestro
problema como sector. Te pido perdón por sentir esta sospecha
terrible, pero creo que inconscientemente somos parte de una conspiración
para desaparecer lo que un día fuimos, lo que un día nos unió: El sueño de
hacer un teatro vital. Así vamos todos, en esta carrera atlética de
preservarnos en el frágil territorio del teatro, olvidándonos unos a otros,
excluyéndonos unos a otros, siendo indiferentes unos a otros… En el peor de los
casos, que no es el tuyo, porque te conozco, y me consta tu disciplina, tu
talento y tu trabajo feroz, saboteándonos unos a otros… ¿Y para qué tanta
mezquindad? Para que un Estado Cultural, que es el que tiene el poder económico
de hacernos crecer como nación y como creadores de grandes ligas, se fortalezca
en sus mediocres propuestas culturales, propuestas que sólo sirven para
justificar un Estado Cultural que se hunde en el más terrible de los males de
nuestro país: El Hombre del maletín que saca 800 mil dólares del país cada vez
que le da la gana… Ese terrible monstruo que es un cáncer, la corrupción.
Pensemos en eso, por un rato, al menos un día… Y preguntémonos qué estamos
haciendo con nuestro teatro y a quién le hacemos el juego, mientras
seguimos, en este afán, ESCRITO AQUÍ, haciendo de la
dramaturgia un grito, una urgencia, una muestra, que por demás era necesaria en
nuestro país… Sigamos… Unos con mayor suerte en sus teatros, con sus
presupuestos, y otros con todos los recuerdos vivos, con todo el teatro vivo,
como un animal herido sin poder mostrar su teatro. Yo no olvido, que me he
formado con los mejores hombres y mujeres de teatro, con los mejores
dramaturgos, esos que lanzaban grandes frases al aire, como las que tú también
aprendiste: "LO ÚNICO DECENTE PARA UN ARTISTA, ES ESTAR CONTRA EL
PODER” (Diario El Mundo, Caracas. Abril de 2005). Eso es lo que hace “Yo
soy Carlos Marx”, estar contra el poder.
Gennys Pérez,
Dramaturga.
Caracas, 26 de Agosto de 2007.
martes, julio 30, 2013
Historias que vale la pena leer
A continuación les voy a dejar dos fragmentos de una entrevista que me parece maravillosa de Leonardo Padrón al cantautor argentino Facundo Cabral. El primero narra una anécdota de su infancia que creo que es un gran ejemplo de lucha desde la más pura inocencia... La segunda anécdota, que parece poesía, es sobre un concierto en nuestro Aula Magna, supongo que su ultima presentación en el país.
Un viaje de iniciación.
Exactamente…Recién ahora lo estoy pensando. Me crucé con
gente de mucho dinero que me llevaba en su auto cien kilómetros,
gente que me llevaba a caballo otros veinte kilómetros, y, bueno,
así llegué a Buenos Aires y le pregunté a un vendedor de
verduras que estaba en la Plaza Constitución:
“Oye ¿conoces a un señor que se llama Perón?”…
Menuda pregunta.
Por eso no quiero que suene a anuncio político... Y me dice que
sí, que es el presidente del país. “¿Dónde puedo hablar con él?”,
le pregunto y me responde: “Bueno, vas derecho por la 9 de julio,
cruzás a la derecha que es la calle Pellegrini, llegás a la Avenida de
Mayo, doblás a la derecha, hacés cuatro o cinco cuadras, llegás a
una plaza, detrás de allí hay una casa absurda, ridículamente pintada
de rosado, y bueno, ahí es”, me dijo muy burlón. Y yo pensé
que “no es cierto, el presidente no puede estar en una casa rosada”.
Entonces me dice que los presidentes suelen ser gente ocupada
y que es muy difícil que me atienda. “Además –me dice- sos
un niño, muy poco serio. Te van a mandar a la sociedad de no sé
qué. Pero mira, yo leí en el periódico que mañana es el aniversario
de la Ciudad de La Plata. Ve ahí, que a lo mejor cuando entre a la
Catedral puedes llegar a él. No creo que sea fácil, pero tú ve”.
De allí había salido con mi madre. Yo nací a dos cuadras de donde
después me encontré con Perón. Mira lo que es el círculo. Yo, sin
darme cuenta, había cerrado mi primer círculo a los nueve años.
Era 1946, recién había subido al poder y Perón era el profeta que
volvía a la tierra. Él fue tal vez el hombre más amado de la historia
argentina en su momento
El mesías prometido.
El Mesías y con ella, con Eva… hermosa… mi Dios. Ese vendedor
de la plaza fue mi primer socio. Muchos años después, cuando
empecé a ser conocido y había aparecido en televisión, siempre
que iba a un programa preguntaba por el tipo de la plaza y un día
lo reencontré, muy viejecito. Mira lo que es la vida. Él me pagó el
tren y fue mi primer viaje pago. Me compró un sándwich glorioso
y yo salí y pasé toda la noche en la Catedral. A la mañana siguiente
empezaron a llegar multitudes y a las doce llegó el auto espléndido,
un auto descapotable, delante el chofer, el gobernador, que
era un coronel mercante, y atrás, de pie, a la izquierda, la señora
Eva. Fue la primera cosa bella que ví en mi vida. Yo descubrí a la
mujer con Eva Perón. ¡La belleza, con un vestido!... Y a la derecha,
estaba Perón con su uniforme de gala, ¡espléndido! Corrí hacia el
auto y cuando estaba llegando me cazó un policía, pero Perón
estaba saludando por ese lado y lo vio y le dijo: “Déjelo que venga”. Y
fui hasta el auto, me subí al estribo y entonces me dijo: “¿Querías
hablar conmigo?” Y le digo, “Sí ¿hay trabajo?”. Hizo parar el auto
en medio de la multitud. Le repito “¿hay trabajo?”. Y la señora Eva,
que iba al lado, escuchó, se acercó y me dijo: “¡Por fin alguien
que pide trabajo y no limosna! Por supuesto que hay trabajo, mi
amor, siempre hay trabajo. Encárguense del niño”. Me llevaron a
un lugar, me dieron ropa nueva, me bañé después de meses, comí
comida caliente. Me sentí respetado, sentí que era parte de la sociedad.
La señora Eva llegó como a las tres horas, ante el asombro de
toda esa gente, y dijo: “Mi amor, tuvimos suerte, ya conseguimos
un trabajo para tu madre”. Así fue como nos fuimos a vivir a una
escuela en Tandil, a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, en la
Provincia de Buenos Aires. Mi madre estuvo internada un año, le
salvaron la vida.
Cuando algunos cronistas dicen que eres una suerte de gurú,
un sacerdote, un profeta o dicen que eres el juglar del siglo XX,
¿te parece excesivo o un justo reconocimiento?
Sospecho que no entiendo de qué se habla porque ese no era el
plan. Yo lo agradezco mucho, porque para mí, como público, digo
que Silvio Rodríguez y Pablo Milanés son el lujo de la canción de la
lengua española. ¡Son el Rolls Royce!, me sale del alma. A lo mejor
ellos, cuando dicen que soy un gurú, lo dicen con el mismo amor
y el mismo aprecio, ¿qué se yo? Tal vez. Pero si es así, no es cosa
mía, yo vivo y cuento mi experiencia.
¿Te puedo contar una historia que sucedió acá, en Venezuela?, te
digo porque esto es clave para lo que estaba diciendo recién de que
hay gente que cree que uno es un gurú…
Estaba en el Aula Magna de la Ciudad Universitaria, en Caracas,
llena de un público donde todos eran jóvenes, menos una viejecita,
además, muy humilde. Todo el mundo la veía extrañado porque
era como si la Madre Teresa estuviera en un concierto de los
Rolling Stones. Era muy raro. Antes de que terminara de cantar,
ella se subió al escenario, y yo tuve que parar porque ella subió a
saludarme y no había terminado “No soy de aquí ni soy de allá”, la
última canción del concierto. Ella subió y me dijo: “Señor Cabral,
perdone que le interrumpa pero le quiero dar un beso y un
abrazo”. Los muchachos estaban todos encantados con esa viejecita
que cortaba la canción y subía a darme un abrazo ya mismo.
Y entonces ella me dijo: “¿Sabe?, estoy tan feliz porque usted me contó un
cuento hoy. Es más, mire, ¿sabe que era lo que más me gustaba
a mí cuando yo era niña?” No. “Que mis padres me contaran un
cuento”. Ya se iba y se devolvió para decir: “Un día fueron a la Isla
de Margarita y la barca naufragó y murieron los dos. Me quedé sin
mi cuento, claro. Me llevaron a un asilo de monjas y yo todas las
noches esperaba mi cuento, pero pobrecitas, estaban tan ocupadas,
tantos niños. Pasó el tiempo y yo esperaba; siempre seguí esperando
mi cuento. Yo necesitaba mi cuento y no aparecía. Me casaron
con un señor que traía cosas al asilo que no sólo no me contaba
cuentos, ni siquiera me hablaba; yo lo único que sabía era que cada
vez que llegaba borracho íbamos a tener un hijo más”. La viejecita
hace como que se va, pero se devuelve: “…Y yo esperando mi
cuento, y me quedo sola con mis niños porque él se fue también, y
los voy criando, siete hijos, me dice, como Sara, como usted contó
de su madre, y ya ve que la vida se los lleva, la vida te los presta
un rato, pasan por uno y se los llevó la vida. Yo sola esperando mi
cuento y llego a esta edad y viene usted y me cuenta un cuento,
¿cómo no lo voy a querer?”…Y me vuelve a abrazar. Los muchachos
del Aula Magna, ya enloquecidos, la aplaudían, fue maravilloso.
Después me dice: “Esta noche aprendí para qué sirve un cuento:
cuando era niña servía para que me durmiera en paz, y ahora
usted me cuenta un cuento para que yo me muera en paz porque
tengo un cáncer terminal. ¡Que Dios lo bendiga!”…En ese
momento supe para qué subo al escenario.
Alguien se muere en paz porque uno le contó un cuento.
La entrevista completa a quien quiera leerla... =)
sábado, julio 06, 2013
Hoy te dejo...
Las rupturas son necesarias, bienvenidas. Tener el valor de dejar recuerdos atrás, cerrar las páginas de ese libro que te condujo a sus páginas de historia, rebeldía y revolución, con el cual, disfrutaste, aprendiste y te llevó a descubrir muchas cosas antes desconocidas, tal cual niñita entrando en un mundo desconocido.
¡¡¡Y como olvidar!!! Aquellas historias nunca contadas, esas noches de ingenuidad, risa y felicidad. Esos momentos en los que una simple guitarra y una compañía te hacían separarte del mundo por un instante y soñar con el utópico. Esos fastidiosos domingos leyendo mientras te atiborrabas de café, esos tontos piques sentimentales. Como olvidar ese grandioso encuentro internacional, rodeada de luchadores dignos de América Latina, jóvenes que al igual que en Venezuela luchan contra las injusticias en su países, con admirables espíritus de pasión, rebeldía y combatividad. Esos cánticos quedaron grabados de forma imborrable. Como esquecer o sotaque brasileiro chamativo! jajaja. Como olvidar esas agradables tardes de café en algún cafetín de la universidad, con un despreciable acostumbramiento involuntario al humo de cigarro. Como olvidar esas risas en los ríos de Chuao, como olvidar esa fuga...
Pero la realidad, necia al fin, llama y ataca, y casi magicamente, esa venda no se pudo sostener más, cayó por el peso de la verdad y me presenta un libro vacío que debo empezar a rellenar.
Hoy, entiendo todo lo que antes subestimaba por ignorancia. Pero, creo que lo más importante es que aprendí que nunca la realidad podrá ser invisibilizada por un sueño ideológico.Hoy, es hora de dejar prejuicios, miedos y recuerdos atrás, desechar todo lo que nunca benefició y recoger todo el aprendizaje. El libro en el que empiezo a escribir mi historia es otro, con nuevos personajes, temas y capítulos.
Hoy me despido, curiosamente sin ningún sabor amargo, por diferentes visiones de la realidad, pero convencida de que en un futuro no lejano nos reencontraremos en la lucha. Hoy te dejo, Marea Socialista, pero nos reencontraremos, porque hoy más que nunca estoy convencida de que para estar al lado del pueblo, indispensable es combatir a este Gobierno.
martes, junio 11, 2013
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